martes, 10 de mayo de 2016

The Raid (Gareth Evans, 2011)


Ensalada de hostias en el edificio


The Raid, titulada por estos lugares Redada asesina, corresponde al tipo de película de acción que se deja de rollos macabeos y ofrece simple y llanamente lo que promete: acción. No hay nada más allá del disfrute de ver a un puñado de tíos dándose de leches o cosiéndose a tiros a través de los pisos de este edificio plagado de gentuza. Eso es, a grandes rasgos, The Raid. Un frenético producto de acción que durante sus 100 minutos apenas si deja tiempo para respirar. Ni títere con cabeza. 
Profundizando algo más, la cinta de Gareth Evans cuenta con el don de la elegancia y el cuidado en las escenas de lucha y tiroteos. Una verdadera gozada que impide al espectador quitar el ojo de la pantalla no vaya a perder ripio entre tanta balacera, tanto brazo y tanta pierna. Todo ello a pesar de ser un producto que puede tirar para atrás si uno se centra en su nacionalidad, Indonesia, y se para a contemplar sus minutos iniciales que, todo sea dicho, no invitan precisamente a la esperanza de toparse con algo bueno.

Un equipo de asalto se prepara para entrar en un edificio de Yakarta controlado por un peligroso mafioso que tiene a sueldo a todos sus inquilinos y a gran parte de la policía de la ciudad. Una vez dentro, el equipo de asalto no tendrá nada fácil alcanzar al objetivo de su misión. Ni tampoco salir del edificio. Al menos, con vida.


Esa es, a grandes rasgos, la trama principal de The Raid, aunque también está sazonada con un par de tramas secundarias que no son gran cosa. Ni falta que hace.
Tras unos minutos de presentación un tanto descorazonadores -sobre todo si tiráis de la versión doblada- la película pone a punto toda su maquinaria, y cuando esta arranca ya es un no parar. Como suele ser habitual, hace falta la connivencia del espectador, pero si entráis en el juego y os dejáis llevar lo vais a pasar en grande. Hay de todo: ejecuciones pasadas de rosca, tiroteos espectaculares, luchas titánicas sin armas, peleas con cuchillos y machetes y duelo final interminable. Todo ello coreografiado con elegancia, suspendiendo la incredulidad del respetable al ver que todos esos movimientos sean posibles. Para hacernos una idea, viene a ser una mezcla del primer John Woo, el cuidado estético de Johnnie Too, las cabriolas de Jackie Chan, un rollo a lo Jason Bourne y el gamberrismo propio de las cintas orientales.

Ayuda mucho para su punto fuerte que el producto venga de donde viene, confirmando que los asiáticos son inmejorables en esto de repartir cera a diestro y siniestro. En el reparto no priman precisamente las grandes actuaciones, sino los movimientos inverosímiles con los que se lucen Iko Uwais (campeón nacional de silat, un arte marcial de Indonesia) y Yayan Ruhian (otro profesional del silat) que dan vida a Rama y Mad Dog, respectivamente. Verlos en acción es un verdadero espectáculo. 

El galés Gareth Evans, que es quien dirige el cotarro, venía de firmar dos películas que pasaron sin pena ni gloria, Footsteps (2006) y Merantau (2009), y consciente de sus posibilidades pone toda la carne en el asador en este adrenalítico asalto a un edificio. Para ir rebajando las consecuencias del torbellino, Evans va insertando pequeños momentos de respiro para que interaccionemos algo con los personajes de la película y caigamos en un par de tramas secundarias que le den algo de sustancia al asunto. Principalmente tampoco es que tenga demasiado interés todo lo que acontece alrededor del sargento Wahyu (interpretado por Pierre Gruno) más allá de sustentar las motivaciones para hacer polvo un edificio y pasar de lado por el tema de la corrupción policial. La trama familiar que envuelve al protagonista más que buscar la empatía parece querer meterle algo más de tensión a la recta final y lograr un clímax con algo de interés. De todas formas, el guión no viene a ser el punto fuerte de la película.

Si hace tiempo que no disfrutáis con una cinta de acción pura y dura, lo más probable es que The Raid sea lo que andábais buscando. No defrauda y entretiene de lo lindo.

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