sábado, 30 de abril de 2016

Emelie (Michael Thelin, 2015)


Niños, saludad a vuestra nueva canguro


Ay, la niñera. Figura mítica donde las haya del género de terror, su personaje ha servido tanto como para levantar los más primarios instintos sexuales como para servir de carne fresca al asesino de turno o llevar sobre los hombros el peso de ser una final girl. Porque la niñera siempre ha estado señalada por la muerte desde que el slasher es slasher o, para ser más exactos, desde que Carpenter se empeñara en hacérselas pasar canutas a Jamie Lee Curtis en Halloween (1978).
Desde su punto de vista de adolescente angelical y currante, con su toque sensual/sexual y el calvario de tener que morir entre horribles sufrimientos o cargarse al psicópata que pasa por allí, hay que rebuscar para encontrar un giro en la figura de la babysitter en el que pase de ser la sufrida o la heroína a convertirse en una hija de puta de cuidado, y ahí uno de los referentes bien podría ser aquella Rebecca de Mornay en La mano que mece la cuna (Curtis Hanson, 1992). 
Michael Thelin, director con tablas en el mundo del videoclip y los telefilmes, parte de la premisa de convertir a la canguro en un ser diabólico y perturbado en su debut en el cine de corte comercial y, aunque su punto de arranque es bueno, prefiere contentar a las masas y pasa totalmente de la transgresión, algo que hubiese convertido su facilona Emelie en un peliculón de horror de los de poner mal cuerpo. 

Sarah Bolger, que da vida a Emelie, es de lo mejorcito de la película. Mezcla su sensualidad, su sonrisa inocente y una penetrante mirada,  para conformar un personaje diabólico que merece un guión más potente.


Anna (Randi Langdon) y Dan (Chris Beetem), son un matrimonio que va a pasar la noche fuera para celebrar su aniversario. Irán a cenar a un restaurante caro, se harán unos regalos, se emborracharán y, después, quién sabe. Con tres hijos a cuestas, el pequeño Christopher (Thomas Blair), la mediana Sally (Carly Adams) y Jacob (Joshua Rush), el primerizo que está creciendo a una velocidad de vértigo, no tienen más remedio que tirar de una niñera para poder pasar la noche tranquilos. 
Al no poder acudir a Maggie, su canguro habitual, contratarán a Anna, una niñera de apariencia normal pero que tiene un macabro plan en la cabeza para pasar la noche.

Lo peor que le puede pasar a una película con papeletas para sacar un notable alto, es que se desinfle y se caiga con todo el equipo por culpa de un guión flojo, unas resoluciones estúpidas, unas motivaciones aún más estúpidas y la maldita manía de querer contentar a un amplio espectro de público. 
El arranque de Emelie es prometedor, muy prometedor. Sus primeros 30 minutos son muy buenos. Hay un ambiente malsano y turbio que engancha, por lo que el respetable se mete en la historia desde el segundo uno. Es en su comienzo donde guarda las mejores escenas y sus puntos álgidos porque, reconozcámoslo, hay mucho de divertido en ver como la canguro pervierte a los niños. Es también en su comienzo donde -por alguna extraña razón- los chiquillos se presentan como lo que son, chiquillos, y no dan ganas de estrangularlos a las primeras de cambio. Un Joshua Rush muy maduro y un Thomas Blair natural a más no poder, se comen a su hermana Carly Adams, quizá la que más chirría.
Pero sobre todo es en su comienzo donde vemos a esa niñera inocente primero y cabrona después que es Sarah Bolger, interpretando un papel que le viene como anillo al dedo, mezclando su sensualidad con su pretendida inocencia y sacando a relucir su mirada de maníaca a la menor oportunidad. Sin duda, lo mejor de la película. 

Lo malo es que después de ver como Sarah Bolger perturba a los niños -aunque tampoco es que haya nada pasado de rosca- la película da un vuelco hacia un thriller del montón, de los que ponen en la televisión para la hora de la siesta, a Michael Thelin parece que se le olvida lo de dirigir y nos encaminamos directamente hacia un final descafeinado no, lo siguiente. Todo se derrumba como un castillo de naipes y la cinta se vuelve de lo más insufrible. Las motivaciones de la niñera tocada están poco trabajadas y lo que podría haber sido un festival con mucha sangre de por medio se torna en personajes que se mueven en la oscuridad y un par de arañazos. Lo que apuntaba a una lucha sin cuartel por sobrevivir a una babysitter a la que ningún matrimonio contrataría -salvo que sea como la pareja de la película, que también tiene tela- termina en un enfrentamiento al estilo de Solo en casa. No digo más.

0 comentarios:

Publicar un comentario